Aunque la primera sensación respecto a la pregunta que hemos planteado en el título de este artículo no tenga mucha relación, hoy os contamos la historia del doctor Mariano Cano y su afición por las antigüedades faraónicas.
Todo comenzó cuando, debido a la enfermedad de un amigo (esquistomatosis) se vio obligado a viajar a Egipto con el objetivo de estudiar esta enfermedad tropical provocada por bañarse en aguas infectadas por un gusano. Es entonces cuando tras su paso por el Cairo durante unos meses, se enamora de su historia, cultura y por supuesto de sus antigüedades. Especial atención cogió a los faraones hasta tal punto que acabó financiando las excavaciones de Howard Carter y en última instancia el descubrimiento de la tumba de Tutankamón.
Finalmente, contrajo la cura para su amigo además de reunir una completa colección de antigüedades adquirirdas en anticuarios de la ciudad siendo por aquel entonces totalmente legal. De hecho, todas las piezas de la colección contaban con un certificado de autenticidad y estaban acompañadas de una foto en blanco y negro y una descripción.
Ahora, su colección está compuesta por 17 piezas expuesta en su propio museo a pesar de que no ha sido nunca un experto en este sector. Entre ellas destaca una figura funeraria de bronce del ajuar del faraón Psusenes I procedente de su famosa tumba de la necrópolis real de Tanis excavada por Pierre Montet.
La manera en que la colección Cano ha ido a parar al Museo Egipcio parte de la historia de un médico que comenzó su pequeña y modesta colección en el salón de su casa. Ahora fallecido, ha sido su familia la que ha decidio que se quedaran en su ciudad natal y expuestas para que siguiera la tradición del esfuerzo y la pasión de él y que además supone un incremento histórico para Barcelona.